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VIVIR EL DUELO POR LA MUERTE DE UN HIJO

Pies de bebe

FUNDACION AMPAROS es una agrupación de padres que sufrieron la pérdida de su bebé, que acompaña a quienes viven una experiencia similar. La experiencia muestra que con el tiempo a muchos papás y mamás los impulsa a profundizar en nuevas reflexiones.

Los padres y madres que hemos perdido un/a hijo/a, sabemos que esa experiencia nos cambia completamente: pasamos a ser otras personas, unas que cargan con una pena que nunca pasará, como si ella fuera una parte más de nuestro cuerpo y mente, un elemento más en nuestra configuración física y emocional. Esta nueva vida que comenzamos, sin embargo, no es necesariamente un camino de dolor constante, en el que no veremos nunca más la felicidad. Aunque así lo sintamos a veces, es posible sobrellevarlo, aprender a vivir con él y aceptar a la nueva persona que nace de esta tragedia.

Intentaremos brevemente entregar algunas palabras orientadoras a esos padres.

La experiencia muestra que con el tiempo a muchos papás y mamás el duelo los ha impulsado a emprender nuevas actividades o profundizar en nuevas reflexiones, abriéndose a mundos nuevos: tanto exteriores como interiores.

Estar en duelo es un proceso personal, no una enfermedad.

El duelo – aquel proceso marcado por intensas emociones tales como rabia, angustia, tristeza profunda, desconsuelo, desolación, agudeza en nuestros juicios, máxima sensibilidad, culpa, miedos, necesidad de aislamiento y apoyo al mismo tiempo – no es una enfermedad: es un proceso que cada persona transita distintamente, a ritmos diversos y encontrando respuestas diferentes a los cuestionamientos vitales surgidos durante él. En este sentido, no existe un remedio o receta única para calmar o poner fin a esta etapa dolorosa de nuestra vida; cada cual irá haciendo su propio camino de sanación.

Manos formando un corazón en el atardecer

Así, aunque algunas personas le digan que pasado cierto tiempo, ya hora de secar las lágrimas, salir al mundo y estar bien, intente no imponerse esas categorías. Viva su duelo, sin apresurarse. Su tiempo es distinto al de otros.

Para algunos éste dura un año, para otros tres, para otros el pesar solo aparece tiempo después de vivida la pérdida y para algunos se siente como ciclos pendulares de dolor, intercalados con momentos felices. No se obligue a enfrentar la vida como siempre lo hizo, si hay días en que su angustia es demasiada, no se empuje a tomar muchos proyectos si no se siente capaz. El duelo es un tiempo para cuidarte. Escúchese, sea comprensivo/a consigo/a mismo. Cada día tiene su afán. Si un día no quiere salir de su casa, deje esa tarea para mañana o para cuando tenga un impulso que no implique exigirte demasiado.

Busque lo que le acoge y lo que tiene sentido para usted.

No obligarse a salir del duelo rápidamente no significa quedarse centrado/a en el dolor, sino elaborarlo y buscarle una salida de manera adecuada. Elaborar el duelo significa aceptar que fue nuestro/a hijo/a el/la que murió, no nosotros/as – aunque a veces así lo creamos. Quedarnos encerrados en nosotros mismos y aislarnos completamente puede traer consecuencias muy negativas. Hay tanto que sacar fuera del corazón, tanto que expresar, tanto frente a lo cual sentirse rebelde o castigado. No se quede con eso dentro.

Madre besando a su hijo en la cabeza

Busque algún modo o a alguien empático con quien compartirlo para ir aliviando la carga e ir dándole perspectiva. Puede ser un psicólogo/a o acompañante espiritual. Puede ser un/a buen/a amigo/a. Busca personas afines, con quienes se sienta escuchada/o e intente evitar ambientes y opiniones que lo depriman. Existen grupos de padres que pueden acoger tu sufrimiento.

La experiencia muestra que con el tiempo a muchos papás y mamás el duelo los ha impulsado a emprender nuevas actividades o profundizar en nuevas reflexiones, abriéndose a mundos nuevos: tanto exteriores como interiores. Algunos se atreven a inscribirse en un curso de yoga o en círculos de conversación, otros a escribir poesía, otros buscan realizar un voluntariado para poder canalizar ese amor que no pudo ser entregado al hijo/a. Todas ellas son formas válidas para ayudarse a seguir adelante y nos muestra que la muerte de un ser querido nos da otra visión de la vida.

Padre sosteniendo en brazos a su hijo

Si está en pareja, lograr comunicación y apoyo mutuo es de gran ayuda. Pero debemos recordar que en toda relación existen diferencias en la manera de procesar y demostrar los sentimientos entre una persona y otra, así como de enfrentar el dolor. Una manera de resolver las distancias es encontrar instancias adecuadas para conversar acerca de lo que siente y espera cada uno del otro, en este tiempo. De esa manera será más fácil evitar una posible bifurcación de ambos caminos.

La reacción del entorno

Volver a la casa sin un/a hijo/a en los brazos es muy duro. Pero también lo es insertarse en un mundo que, por lo general, silencia este dolor o bien lo olvida rápido. Su procesión va por dentro y se intensificará en muchas situaciones cotidianas: cuando vea mujeres embarazadas, bebés, niños/as maltratados/as, cuando le pregunten “cuantos hijos/as tienes”, cuando le digan “tienes un angelito en el cielo” –siendo que usted quería un/a hijo/a- cuando insistan en que sostenga a la bebé de tu prima/o, cuando te inviten a un bautizo o un baby shower.

Manos de bebe sosteniendo el dedo de su padre

En esas circunstancias es normal que sienta rechazo o envidia, dificultad para relacionarse con otros o crisis emocionales. Es parte del proceso: no se sienta culpable. Ya pasará. Si puedes, intente ser claro/a con las personas que queremos y no saben cómo actuar, comentándoles que para usted es muy difícil enfrentar estas situaciones y que por el momento prefieres evitarlas. Las fechas significativas también serán momentos removedores y es importante plantear(se) qué es lo que uno espera de esos días, de uno/a mismo/a y de los demás.

Con el tiempo, podrá retomar aquellas actividades que antes hacía, y otras nuevas que nunca pensó hacer. La muerte de su hijo/a se irá haciendo más llevadera y podrá darle un sentido y significado personal que lo ayudará a sobrellevarla y valorar la vida y todo lo que te rodea, desde una nueva mirada.

Fuente:

Programa Crece Contigo Gobierno de Chile

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